La hora de la fe


Lo que más se busca y menos hay actualmente en el mundo es la paz. Se llevan a cabo esfuerzos para mantener la paz, el orden y la calma, pero no hay paz en la tierra. Actualmente es muy fácil desalentarse frente a las circunstancias que no nos son placenteras. Pero la enseñanza de la Palabra nos indica una lección importante: La fe en Cristo nos concede la paz de Dios.

El amante Dios del cielo, que conoce a su pueblo y de su realidad actual, tiene disponible la paz que usted necesita y que la humanidad entera también necesita. La paz de Dios es, podría decirse literalmente, es una paz «del otro mundo» pero existe también aquí y ahora mismo. Parece extraño que un creyente preso, enfermo, hambriento, pudiera decir a una iglesia: «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Y la paz de Dios, que sobrepasa a todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» Filipenses 4:4,7.

La paz de Dios es diferente a la paz del mundo. La paz verdadera no se encuentra en el pensamiento positivo, en la ausencia de conflictos, o en no padecer enfermedad. Ella es producto de saber y disfrutar de la estupenda comunión con Dios. En esta hora de conflictos, injusticias, revanchas, desaliento, tristeza… permita que la paz de Dios descrita por el apóstol Pablo guarde su corazón de toda ansiedad y pesadilla. El secreto para obtener la paz más necesaria radica en el poder y en el amor de Dios.

E.D.A.