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Sin duda alguna es el acontecimiento que está marcando el devenir del año. La irrupción del COVID-19 ha hecho que dejemos de lado la planificación de metas, compromisos, trabajos y, en general, que pospongamos o abandonemos proyectos con el fin de resguardarnos ante tal peligro. No obstante, algo que no podemos abandonar, si es genuina, es la fe que tenemos en que Dios actuará para guardar a su pueblo de esta angustiante situación.
El Salmo 25 ilustra en su inicio y su fin lo que hemos vivido respecto de esta pandemia. Los versículos 1 y 2 nos llaman a afirmarnos en el Señor “A ti oh Jehová, levantaré mi alma. Dios mío en ti confío, no sea yo avergonzado, no se alegren de mi mis enemigos”. El Señor tiene el poder suficiente para terminar este infortunio, por lo cual afirmémonos en Él y dejémosle actuar, en el tiempo en que decida manifestarse con gloria y potestad. Este enemigo circunstancial no tiene ni más poder ni más rango de acción que el que tiene Dios, por lo que esperar en Él es la mejor manifestación de fe.
De esto nos hablan los versículos 4 al 6 “Muéstrame oh Jehová tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día. Acuérdate oh Jehová de tus piedades y de tus misericordias, que son perpetuas”. El amor del Señor es perpetuo, por eso al esperar en Él tengamos por seguro que está velando por las necesidades de su pueblo. Si de cuarentena se trata, hagamos que nuestra vida devocional se encierre únicamente en confiar y esperar pacientemente en Él. Este mismo Salmo en el versículo 14 nos dice “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto”.
El Señor está consciente de la situación que particularmente vivimos, y más respecto de esta grave calamidad. “Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido. Las angustias de mi corazón se han aumentado; sácame de mis congojas. Mira mi aflicción y mi trabajo, y perdona todos mis pecados. Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado, y con odio violento me aborrecen”. Todos los días recibimos graves noticias sobre el crecimiento de esta enfermedad y de los contagios que hora tras hora se producen; noticias que sin duda nos preocupan y acongojan nuestro corazón. Nuestra respuesta a ello debe basarse enteramente en la esperanza puesta en el Señor, quien actuará majestuosamente, y también en estos momentos aciagos, se manifestará con gran poder.
Procuremos que el anhelo de nuestra alma sea exclamar como el salmista en los versículos 20 al 22 “Guarda mi alma, y líbrame; no sea yo avergonzado, porque en ti confié. Integridad y rectitud me guarden, porque en ti he esperado. Redime, oh Dios, a Israel (a Venezuela, al mundo y a tu pueblo) de todas sus angustias.” Dios les bendiga grandemente.
Dhaniel Mata
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