Hoy les comparto mi versículo favorito: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” Hebreos 13: 8.
Los seres humanos necesitamos puntos de referencias. Notamos esta verdad en muchos de los aspectos de la vida. Esas referencias tienen que ser sólidas; deben estar basadas en la fuerza y el poder que confiere la autoridad o testimonio. De nada valdría tener puntos de referencias que no fueran confiables.
Cuando nos referimos al cristianismo, el punto de referencia es la figura de Jesucristo. Si ignoramos la autoridad de Jesucristo (Mateo 7:29), no tenemos absolutamente nada ni nadie en quien confiar, excepto algunas ceremonias religiosas vacías y algunos símbolos carentes de significado. A pesar de que los héroes de la fe tienen mucho que ofrecer, debemos fijar nuestros ojos en Cristo, nuestro Maestro Supremo. A diferencia de los héroes y líderes humanos, Jesucristo nunca cambia. Cristo ha sido y será el mismo por siempre.
Recordemos que nuestro versículo (Hebreos 13:8) fue dirigido a los creyentes en Jesucristo que provenían en su mayoría del judaísmo. Ante ellos, entonces, el escritor quiere destacar la figura de Jesucristo como la del Dios siempre existente.
Para el verdadero creyente es imposible ir más allá de Jesucristo, para que se entienda que en Él se cumplen TODAS las promesas que están establecidas en las Escrituras.
Existe, como no, alguna buena gente, algunos buenos líderes religiosos, algunas buenas iglesias evangélicas que creen que sus valores y aquellas cosas que estiman como muy cristianas, nobles o muy sagradas son inmutables; pero su propia experiencia demuestra que, ante circunstancias adversas, abandonan lo que han creído y enseñado para acomodarse a la situación que más les conviene.
Con el verdadero creyente no debe ser así. Tienen en Jesucristo el modelo, el líder, el maestro, el ejemplo, la verdadera autoridad moral, ética y espiritual. En esto radica la virtud del cristianismo bíblico. La virtud y testimonio suyo como el mío. Es a Jesucristo, a ese Maestro, a quién debemos seguir, obedecer, servir, amar y consagrarnos. Como lo dice la Biblia: “Por tanto, nosotros…corramos la carrera que tenemos por delante, puesto los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” Hebreos 12: 1, 2.
¡Que Jesucristo lo sea todo! Que no haya espacio en nuestro corazón en el cual Jesucristo no lo sea todo.
E.D.A.