La hora de la fe


El nombre de la antigua aldea de Belén, significa “casa de pan.” En un principio Belén fue conocida como Efrata que significó “fructífera.” La mayoría de los hechos en el libro de Rut tienen a Belén como escenario. En tiempos del NT es mencionada como el lugar de nacimiento de Jesús.

Cuando leemos los acontecimientos en el libro de Rut, Noemí esposa de Elimelec y suegra de Rut, dejaron su hogar y se mudaron a Moab porque había hambre en Belén; es decir, no había pan en la “casa de pan.”

Esa puede ser la razón por la cual mucha gente deja su país porque no encuentra pan. Al no tener alimento, medicina, dinero para comprar, trabajo,… dejan sus hogares porque solo encuentran migajas, ausencia de medicamentos, salarios de hambre, etc. Dejan cualquier lugar y van, con mucha razón, a algún otro país en busca de pan, porque no lo encuentran en la “casa de pan.”

Muy posiblemente la razón por la cual hay tanta gente descontenta espiritualmente se deba a que no encuentran “pan” en su religión. Hay congregaciones, agrupaciones, sociedades, liderazgos, programas radiales y televisivos que no son “casa de pan.” Cristo no está en el centro de sus prioridades, predicaciones ni pensamientos. Tienen la tendencia a pensar en las bendiciones en términos de prosperidad económica más que en relaciones de alta calidad espiritual con el Señor.

El Señor Jesús es la diferencia entre lo terrenal y lo espiritual. La Biblia es el maná de Dios para su pueblo. Las iglesias cristocéntricas son “casa de pan,” para la gente hambrienta de Dios.

La afirmación de que Cristo es el Pan de Dios, el alimento en el desierto espiritual de este mundo, suficiente para toda necesidad actual, la encontraremos en lo que Él nos dice: “Yo soy el pan de vida. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” Juan 6: 48, 51, 35.

Actualmente hay hombres y programas religiosos falsos y extraños, que son “ladrones y saltadores” (Juan 10: 8, 10), que están explotando al máximo la Biblia para beneficiarse a sí mismos. Citan versículos y algunos se comparan con Jesús, se creen mesías, o dicen ser profetas de Dios o apóstoles llamados por Cristo. ¡No les crea!

No dejemos “el Pan de Dios que descendió del cielo y da vida al mundo.”. Que nunca falte este Pan en tu casa, en tu iglesia, en tu fe y esperanza.

E.D.A.