Tenemos en el relato de Lucas 5: 1-11 lo que comúnmente se llama la pesca milagrosa. Lo cierto es que Jesús produce una pesca milagrosa. Pero en este escrito de hoy solamente vamos a detenernos en el versículo 5. Dice: “Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red”.
La primera lección que se desprende del texto es que no debemos detenernos por causa de los contratiempos. Simón Pedro se dejó llevar por el cansancio, el desánimo y la desesperanza. Le dijo al Señor: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado”. Es claro que Pedro y sus compañeros fueron presa de la desesperanza. Los apóstoles sabían que el Señor Jesús sanaba enfermos, echaba fuera demonios y alimentaba a los necesitados.
Muchas veces el cansancio mental, la falta de perseverancia en la fe conducen a un estado de ánimo sin vigor. Necesariamente vence siempre el de ánimo gozoso, el alma que se deja llevar por el entusiasmo en lugar de la desesperanza. La etimología de la palabra “entusiasmo” es muy hermosa: significa nada menos que “tener a Dios dentro”. Los grandes entusiastas, de ánimo vigoroso en el Señor, tienen a Dios obrando dentro de sus vidas. Se esfuerzan y son valientes en las dificultades (Josué 1: 6, 7).
La segunda lección que emerge de nuestro texto se relaciona con la esperanza; pues el apóstol Pedro reaccionó así: “mas en tu palabra echaré La red”. La esperanza en Dios siempre es más fuerte que la duda, la desconfianza o el desánimo del hombre. El secreto de todos los avances, milagros, victorias está en oír el consejo del Maestro. Siempre hay que contar con Él cuando se trata de emprender aventuras familiares, planes personales y esfuerzos extras.
La tercera lección que sacamos de todo el relato de la pesca milagrosa en el mar de Galilea, es volver a empezar aun cuando hayamos fracasado antes. Volver a empezar no es sinónimo de fracaso sino entusiasmo (recuerde este significado: “Dios dentro de uno”). En el versículo 4, Jesús le dijo a Pedro: “Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar”. Es claro que el Maestro le dijo particularmente a Pedro: “Vuelve a echar la red… no te desanimes… comienza de nuevo”. Cuando Pedro creyó y obedeció la orden de Jesús, sucedió lo siguiente: “…encerraron gran cantidad de peces, y su red (la de Pedro) se rompía”. El cristiano jamás debe rendirse ante las dificultades, supera con la ayuda del Maestro todo impedimento a la fe en Cristo. “Porque nada hay imposible para Dios”, Lucas 1: 37.
E.D.A.