
Parece extraño que un hombre injustamente preso, enfermo, padeciendo necesidad pudiera decir a una iglesia que se regocije. Pero la actitud de ese hombre, llamado Pablo, nos enseña una lección importante: el gozo, como deber cristiano: «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!», Filipenses 4: 4.
El apóstol Pablo estaba lleno de gozo porque sabía que pese a lo que le sucediera, Cristo estaba con él. Si usted no ha disfrutado del gozo del Señor últimamente, quizá sea porque no está mirando lo que dice el apóstol a continuación: «El Señor está cerca», v.5.
Tenga presente que, «El Señor está cerca» no se refiere a su segunda venida, sino que Él está cerca para ayudarnos ahora mismo. Esto quiere decir que en cualquier situación de la vida, Cristo se hace sentir al estar a nuestro lado; tan cerca está que todo lo que nos suceda obra para nuestro bien.
¡Ansiedad, afán, preocupación, tristeza, un estado de agitación siempre nos va a atacar! Sin embargo, el creyente debe recordar que pertenece a la familia de Dios; por tanto, «nada me faltará», Salmo 23: 1. ¡Cuántos cristianos pierden el gozo del Señor debido a la ansiedad!
¿Qué es la ansiedad? La palabra en español significa un estado de agitación, inquietud o zozobra. Ataca tanto al aspecto físico de las personas, como el emocional y espiritual. La ansiedad viene cuando los pensamientos de nuestra mente y los sentimientos del corazón empujan hacia diferentes direcciones y nos destrozan.
Nótese en nuestro texto (Filipenses 4: 4) que Pablo no se afana con respecto a las personas, ni por las circunstancias, ni por las cosas materiales de la vida. Su mente y corazón estaban gozosos porque «el Señor está cerca». Él, Pablo, nunca fue víctima de las circunstancias de la vida; aprendió por experiencia el secreto del contentamiento, de la paz, de la comunión con Dios. La traducción o versión de una Biblia referente al versículo que conocemos como: «Todo lo puedo en Cristo» (Filipenses 4: 13) dice: «Estoy listo para cualquier cosa mediante la fuerza de Cristo que vive en mí».
Hermano querido, en los días de trabajo, regocíjese en el Señor porque Él le da fuerzas y salud para alimentarlo con el esfuerzo de sus manos; en los días de fiesta, regocíjese en el Señor porque Él festeja con usted cuando la misma es familiar y espiritual; en la prosperidad, regocíjese; en la necesidad, regocíjese porque todas las cosas que le pasan redundan para su propio beneficio. El calendario del mundo tiene sólo unos pocos días de regocijo, pero el calendario del cristiano está señalado, por la voluntad de Dios, cada día como alegre.
La Epístola a los Filipenses es peculiarmente gozosa. Considere estas referencias:
1. El apóstol está gozoso, regocijado por la bendición de la oración (1: 4)
2. Porque Cristo es predicado a través de él (v.18)
3. Desea vivir para hacer feliz a la iglesia (v. 1: 25)
4. Para ver a sus hermanos siempre gozosos (2: 2)
5. Era un gozo saber que no había trabajado en la obra del Señor en vano (2: 16)
6. Llamaba a sus colaboradores gozo y corona mía (4: 1)
7. Expresa su gozo por la generosidad de una congregación muy humilde (4: 10, 18)
Es un deleite vivir con y para Cristo. Esto es más que cualquier beneficio humano, porque es para nuestro provecho y un bien para otros. Exprese contentamiento en cualquier situación que se encuentre. Es un feliz secreto espiritual y emocional cuando el creyente aprende a llevar todas las cosas a Dios en oración. No hay mayor felicidad en este aspecto de la vida cristiana.
E.D.A.