Vivir por la fe es mucho más seguro y dichoso que vivir por sentimientos o por obras. La Biblia establece una diferencia entre estos dos tipos de vida. Y lo repite cuatro veces: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá”, Habacuc 2:4 (Romanos 1: 17, Gálatas 3: 4; Hebreos 10: 38). Cuando la Biblia repite una doctrina, una frase o un versículo muchas veces es que merece nuestra especial atención. Una doctrina, como la fe, tantas veces declarada, con tanta frecuencia en el Antiguo y Nuevo Testamento, tan reiteradamente repetida debe ser recibida sin ninguna duda ni discusión por todos los creyentes en Dios. Alguien dijo: “El alma es la vida del cuerpo; La fe es la vida del alma; Cristo es la vida de la fe” ¡Maravilloso pensamiento!
El “pámpano” que está en la vid (Juan 15: 1-8), vive siempre al amparo del tronco; apartado o fuera del tronco no puede llevar fruto ni mucho menos tener vida. Vivir unido al Señor Jesús y derivar de Él toda nuestra fuerza y fruto abundante, es agradable y sagrado para Dios.
Los cristianos deben vivir y confiar en el Señor, y esta fe en Él nos conservará la vida espiritual abundante: “porque separados de mí nada podéis hacer”, (Juan 15: 5).
- “El justo por su fe vivirá”, reconoce plenamente al Autor y Creador de la vida humana y espiritual, tanto la parte negativa como la positiva, son evidentes en el diario vivir.
- “El justo por su fe vivirá”, mantiene al creyente en cualquier situación humana: en gozo y en tristeza; en abundancia y en pobreza; en salud y enfermedad; en trabajo y en sacrificio; en la vida y en la muerte. Vive mejor cuando su fe es mejor.
- “El justo por su fe vivirá”, capacita al cristiano para vivir en paz y humildad. De este modo podemos soportar los triunfos temporales de los malignos. Así somos preservados de la orgullosa vanidad, prepotencia y culto a la personalidad; solamente cuenta el fruto del Espíritu y de las bienaventuranzas del sermón del monte.
- “El justo por su fe vivirá”, nos presenta la fe en Cristo como la vida cristiana de perseverancia final. Es necesaria la fe para esperar el cielo, el galardón y sobre todo para escuchar estas palabras del Salvador: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”, Mateo 25:21. Jesús volverá, sabemos que es así. Cuando vuelva para llevar a su pueblo al cielo, debemos estar con una fe viva, activa y poderosa. ¿Qué podemos esperar si no tenemos una fe que agrade a Dios? “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”, Hebreos 11:6. Creer que Dios existe es sólo el comienzo de la vida cristiana. Pero Dios no se conforma con un simple conocimiento de su existencia; Él quiere una relación personal y dinámica, una fe viva y fructífera.
Los judíos tienen este dicho en su Talmud: “Toda la ley fue dada a Moisés en el Sinaí, en 613 preceptos”. David, en el Salmo 15, los reduce a 11. Isaías los reduce a 6 (Isaías 33: 15). Miqueas a 3 (Miqueas 6: 8). Habacuc, Pablo y el autor de la carta a Los Hebreos a uno: “El justo por su fe vivirá”.
¿Cómo es nuestra fe? ¿Vivimos por la fe en el Hijo de Dios, nuestro Señor y Salvador? ¡Debemos preferir perecer físicamente antes que dejar de vivir por fe! Los creyentes debemos confiar en que el Señor dirige todas las cosas de acuerdo a sus propósitos. Ante la multiplicación de la maldad, la injusticia, la incredulidad y la idolatría, la actitud del cristiano es dar testimonio de que: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación…”, Romanos 1:16.
E.D.A.