La hora de la fe


 

“El que venciere será vestido de vestiduras blancas”, Apocalipsis 3: 5.

Un himno de nuestro Himnario Bautista dice:

Soldados del Señor Jesús, pendones levantad; luchad valientes que la luz, muy pronto acabará. Al enemigo combatid, con gran celeridad; por fe en Jesús al mundo vil, podréis así ganar

Fe la victoria es, fe la victoria es; fe la victoria es, del mundo vencedora.

Al que venciere Dios dará, ropaje sin igual; su nombre allá confesará Jesús el inmortal. Nuestra alma por la eternidad, a Dios alabará; pues por la fe y la santidad, al mundo vencerá

Hermano en la fe, ¡siga luchando! ¡No descanse nunca hasta que la victoria se complete! El galardón eterno será para los que luchan por la causa de Cristo. Los tales serán “vestido de vestiduras blancas”.

Según la tradición, las últimas palabras del emperador Juliano el Apóstata, el cual murió de herida en el año 363, en una batalla contra los persas, fueron aterradoras. Algunos historiadores narran que sintiéndose próximo a morir, arrojó contra el cielo sangre de su cuerpo, gritando: Viciste, Galilace» (Venciste, Galileo). No es preciso aclarar que el Galilace era nuestro Señor Jesucristo.

¡Cristo siempre fue vencedor! Hoy al lado está del Padre, donde ruega por nosotros, ¡aleluya! ¡Cómo no luchar por el Rey de gloria que da “vestido de vestiduras blancas” a todos los cristianos vencedores! En otro texto de Apocalipsis dice: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”, 3:21. ¡Qué trágico es que un cristiano llegue a ser tan tibio, indiferente que Cristo tenga que negarle que se siente con Él junto a su Padre en su trono!

Lamentablemente hay cristianos que no saben lo que es ser un vencedor ni cómo pueden lograrlo. Confían en sí mismos, en sus buenas intenciones, no practican el pecado, guardan el domingo, pero no son vencedores. El secreto de una vida cristiana victoriosa, no es sólo apartarse del mal, sino luchar, testificar, servir y obedecer al que está sentado con el Padre en su trono, a Cristo el Señor.

Cristiano, nada tan precioso y bonito como ser un vencedor “vestido de vestiduras blancas”. El vestido blanco es símbolo de victoria, de pureza, de gozo, de fidelidad al Señor. Significa alegría. ¡Nada tan maravilloso como eso!

Hermano en la fe… ¡Sigue luchando por Cristo, por el Evangelio, por la fraternidad cristiana, por tu iglesia, por tu familia! No descanse nunca hasta que la victoria esté completa. El apóstol Pablo llegó a decir: “De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”, Gálatas 6:17. ¡Qué maravillosa bendición! El mundo no tenía atracción para Pablo, porque estaba “juntamente crucificado con Cristo”, Gálatas 2: 20.

Un pequeño y sencillo poema dice: “Señor, ¡enséñame a morir! ¡En ti mi esperanza está, y es gloria para mí seguirte! Aquel que más se negara más victorioso será. ¡A la lid! ¡Firmes id de Cristo en pos al gozo y paz de Dios!”

E.D.A.