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El temor es como una sombra negra, tan negra que nos envuelve y trata de aprisionarnos dentro de nosotros mismos. Todos hemos sido prisioneros del temor en un momento dado: temor al rechazo, a ser mal interpretado, a la incertidumbre, a la enfermedad, a la falta de empleo e incluso a la muerte. ¿Acaso no es cierto? ¿Quién se atreve a negarlo? Pero se puede vencer el temor por medio de la luz libertadora de nuestro Señor que nos da salvación y seguridad contra cualquier temor.
El Salmo 27 es hermoso en cualquier contexto de la vida, pero su atractivo es especial si lo consideramos a la luz de los acontecimientos del Señor durante las horas trágicas y oscuras que precedieron el Calvario.
Por ejemplo, cuando los principales sacerdotes y los jefes de la guardia del templo vinieron al huerto de Getsemaní para arrestar al Señor, Él les dijo: “… ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos? Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas esta es vuestra hora, y la potestad de la tinieblas”, Lucas 22: 52b-53. Pero en este mismo momento puede que Él estuviera consolándose con Salmo 27: 1: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”. Jehová fue su “luz y salvación” al caer la oscuridad, esto es, su libertador de los enemigos durante aquella tenebrosa noche. Jehová fue su fortaleza. Con semejante protección divina, no tenía por qué temer a nadie. ¡Qué inspiración para nuestras horas más oscuras! Si queremos disfrutar plena libertad respecto al temor, entonces debemos vivir en la atmósfera de este Salmo de confianza e imitando a nuestro señor Jesucristo en el Getsemaní.
Cuando los soldados, guiados por Judas, vinieron para arrestarle, Él les preguntó: “¿A quién buscáis?” Ellos le contestaron: “A Jesús nazareno”. Tan pronto como Él respondió: “Yo soy”, retrocedieron y cayeron a tierra, Juan 18: 6. En este momento el Señor bien pudo recordar este versículo: “Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron”, Salmos 27:2. Se abalanzaron sobre Él como aves rapaces, pero la gloria del cielo resplandeció sobre su humanidad, y los que le buscaban prenderle cayeron a tierra. En ese momento, ¡Cristo espantó las tinieblas del temor! La Biblia presenta a Dios como la Luz (1 Juan 1: 5). Luz que disipa todo temor (Éxodo 13: 21, 22) ¿Tiene usted la luz que resplandece en medio de las tinieblas más oscuras? (Véase, Juan 1: 5, 9, 8: 12; 9: 5; Salmo 119: 105).
Juan 18: 3 nos relata como la banda que vino para arrestar a Jesús en Getsemaní, llegaron con linternas, con antorchas y con armas. Viéndoles acercarse, Él pudo haber dicho como el salmista: “Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado”, Salmos 27:3. Para vencer el temor, la fe en Dios tiene que estar presente y de ella nace el valor y la fortaleza. Un cristiano sin valor y sin esperanza, es un soldado mediocre, sin alegría, es menos que inútil. Cuando se depende de la fe que vence al mundo (1 Juan 5: 4, 5) no hay temor que nos paralice o invada nuestra confianza en el Señor. ¿Comparte usted también la serena fe de David y especialmente la de Cristo en Getsemaní? ¿Cree como ellos que, a pesar de todos los enemigos visibles y ocultos, verdaderos o imaginarios, Dios siempre es nuestra luz y salvación, nuestro guía y guardián? “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo. Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; Me ocultará en lo reservado de su morada; Sobre una roca me pondrá en alto”. “Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová”, Salmos 27: 4, 5, 14.
¿Qué hay de esos versículos del Salmo? ¿Cómo encaja su vida dentro de ellos? ¿Siente la misma confianza que mantuvo David como el Señor en las horas más oscuras de la vida terrenal? Hay una verdad que aparece en las Escrituras: si caminamos en luz… el bien y la misericordia nos seguirán todos los días de nuestra vida.
E.D.A.
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