La hora de la fe | #56


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No es posible considerar en este artículo las diez plagas de Egipto con amplitud. Pero trataremos de presentar un resumen del propósito de ellas para recordar que con Dios no se juega. «¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel”, fue la respuesta de Faraón a la orden de Dios, Éxodo 5: 2. Siete veces Dios le dice a Faraón: “Deja ir a mi pueblo” (véase Éxodo 5: 1; 7: 16; 8: 1, 20; 9: 1, 13; 10: 3). Sin embargo, “… ¿Quién se endureció contra Jehová, y le fue bien?”, Job 9: 4. ¿Conoce usted a alguien que se haya rebelado contra Dios y le fue bien?

Al examinar las diez plagas, conviene hacer notar que Dios estaba juzgando a Faraón y a Egipto por su idolatría. El rey y el pueblo adoraban a muchos ídolos, y cada una de las plagas estaba dirigida hacia una deidad pagana en particular, cosa que Dios no aceptaba (véase Éxodo 20: 1-6). Faraón propuso un acuerdo “negociado”, pero Dios lo rechazó (Éxodo 9: 27, 28; 10: 16, 17) ¡Qué terrible es resistirse o endurecerse deliberadamente contra Dios! Entrar a negociar cuando se trata de cuestiones espirituales es algo muy serio, porque se suele terminar sacrificando la verdad, la justicia y la santidad.

Desafortunadamente, el pueblo de Israel miró a Faraón por una porción de comida y otras ayudas materiales antes que a Dios que prometió librarlos de la esclavitud: “Y azotaban a los capataces de los hijos de Israel que los cuadrilleros de Faraón habían puesto sobre ellos, diciendo: ¿Por qué no habéis cumplido vuestra tarea de ladrillo ni ayer ni hoy, como antes? Y los capataces de los hijos de Israel vinieron a Faraón y se quejaron a él, diciendo: ¿Por qué lo haces así con tus siervos?”, Éxodo 5:14-15. Nos asombra que los capataces judíos y los israelitas no pudieron estar de acuerdo con Moisés y lo acusaron en lugar de apoyarlo (5: 20-23). Los creyentes que están fuera de la comunión con Dios, fuera de las enseñanzas bíblicas, fuera de la verdad y la justicia, traerán dolor para ellos y para la iglesia local en vez de ayuda.

Faraón es un tipo de Satanás y Egipto el prototipo del mundo. Ambos esclavizan al ser humano en general. Son mentirosos, homicidas y aborrecen la Palabra y al pueblo de Dios. Ofrecen sutiles componendas y beneficios para no dejar en libertad a la gente. Sin embargo, Dios ofrece completa libertad (2 Corintios 6: 14-18; Santiago 4: 4) “¡No sean tan fanáticos!”, dice el mundo. “Está bien pertenecer a una religión, pero no lo tomen tan enserio”. ¡Esta es la trampa con la intención de apartarnos del Señor y de Su iglesia! Del Señor Jesús son estas palabras: “… Mirad qué nadie os engañe”, Mateo 24: 4.

Es claro que la clave de este artículo tiene por objeto resaltar la majestad y el poder de Dios. Él es Señor de todas las cosas. No hay Dios tan grande como Él. En Salmo 139: 7-12, dice: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz”. Estas son buenas nuevas para los que conocemos y amamos a Dios, pues no importa lo que hagamos ni adónde vayamos como cristianos practicantes de la verdad, nunca estaremos lejos de la presencia consoladora de Dios y de su pronto auxilio en la tribulación (véase Romanos 8: 35-39). El carácter tanto como las promesas de Dios está dentro de la creación espiritual del creyente. ¡No hay Dios tan grande como Él, no lo hay!

“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre. Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán; Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta. Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, Para contar todas tus obras”, Salmos 73: 25-28. Acerquémonos a Él tanto como podamos a fin de ser un pueblo que escucha y obedece su Palabra. ¿Habrá mayor bendición que está?

E.D.A.

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