[fusion_builder_container hundred_percent=»no» hundred_percent_height=»no» hundred_percent_height_scroll=»no» hundred_percent_height_center_content=»yes» equal_height_columns=»no» menu_anchor=»» hide_on_mobile=»small-visibility,medium-visibility,large-visibility» class=»» id=»» background_color=»» background_image=»» background_position=»center center» background_repeat=»no-repeat» fade=»no» background_parallax=»none» enable_mobile=»no» parallax_speed=»0.3″ video_mp4=»» video_webm=»» video_ogv=»» video_url=»» video_aspect_ratio=»16:9″ video_loop=»yes» video_mute=»yes» video_preview_image=»» border_size=»» border_color=»» border_style=»solid» margin_top=»» margin_bottom=»» padding_top=»» padding_right=»» padding_bottom=»» padding_left=»»][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=»1_1″ spacing=»» center_content=»no» link=»» target=»_self» min_height=»» hide_on_mobile=»small-visibility,medium-visibility,large-visibility» class=»» id=»» background_color=»» background_image=»» background_position=»left top» background_repeat=»no-repeat» hover_type=»none» border_size=»0″ border_color=»» border_style=»solid» border_position=»all» padding=»undefined» dimension_margin=»undefined» animation_type=»» animation_direction=»left» animation_speed=»0.3″ animation_offset=»» last=»no»][fusion_text]
Era el atardecer de un sombrío y frío día […] de invierno. Sentía fiebre y malestares típicos de un resfriado; además, agotada, mis dos hijos mayores, los morochos Isaías y Mateo, padecían igualmente de la dolencia, tal vez ellos me contagiaron. Pasé la noche atendiéndoles en sus quebrantos. Debido a la fiebre que padecíamos todos, agotamos las medicinas contra ese mal, así que necesitaba reponerlas. Mi esposo estaba en su trabajo, lejos de casa. Así pues, enferma, cansada, atendiendo a los niños, un día frío de invierno, sin poder salir, para no dejar solos a mis hijos, elevé una silenciosa plegaría “Señor, necesito medicina para controlar la fiebre”.
Pasaron pocos minutos, cuando escuche que alguien tocaba la puerta; me dirigí cautelosa para abrir, no era habitual visitas en un día así, y a esa hora. Con gran expectativa abrí la puerta, pensando que era alguien con alguna necesidad. Grande fue mi sorpresa al ver la cara sonriente de una amiga, con una cesta de frutas, y entre las cuales destacaba la medicina que silenciosamente había solicitado al Padre Celestial. Una intensa emoción embargo mi alma, al ver aquel medio de gracia utilizado por DIOS, para responder mi plegaria […]. (Mi cita diaria con Dios, 2016) [1]
Este es un claro ejemplo de cómo Dios utilizó un instrumento –amiga– para responder y proveer la necesidad de aquella mujer. El ser humano tiene muchas necesidades, y estas pueden ser de diferente índole: espiritual, económica, de alimentos, medicinas, empleo etc. ¿Te has puesto a pensar en las veces que el Señor ha respondido a tus necesidades? ¿Y que al dar su respuesta fue justamente lo que necesitabas? Si te detienes a pensar vendrán a tu mente más episodios de los que te imaginas en los que nuestro Padre Celestial ha dado respuesta a tus necesidades. Por lo cual, debemos ser agradecidos, dando a nuestro Señor toda la gloria y honra que él se merece. En Efesios 5:20 dice: «…dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo».
Durante nuestra vida el Señor nos ha respondido a través de diferentes medios o instrumentos, así como a la mujer del relato en el día de invierno. En la Biblia encontramos ejemplos de instrumentos utilizados por Dios. Entre ellos podemos mencionar: la alimentación del profeta Elías por medio de los cuervos (1 Reyes 17:6). Eliseo dando de comer a los hijos de los profetas (2 Reyes 4:38). Magdalena, Juana, la mujer de Chuza, y Susana, y muchas otras que de sus bienes personales contribuían al sostenimiento de la obra del Señor cuando él estaba en esta tierra (Lucas 8:3). Y el apóstol Pablo llevando el nombre del Señor en presencia de los gentiles, reyes y los hijos de Israel (Hechos 9:15).
Que maravilloso ver como nuestro Padre utilizó a personas y animales. En la actualidad son muchas las necesidades por las cuales estamos pasando, no solo en nuestra amada Venezuela, sino en muchas partes del mundo, pero como creyentes debemos mantener la fe y la confianza en nuestro Señor. El Salmo 37:5 dice: “Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará”.
Dios responderá a nuestras necesidades en su tiempo y conforme a su divina voluntad a través de sus medios o instrumentos, y cada uno de nosotros somos llamados a ser instrumentos discretos (Mateo 6:3, 4) y útiles de Él. Efesios 2:10 dice: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” y Gálatas 6:10 “Así que entonces, hagamos bien a todos según tengamos la oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe”.
El Señor es quien pone el sentir de ayudar a otros. Si lo sientes, no te detengas, hazlo porque Dios te estará utilizando como instrumento en sus manos, para bendecir a otros.
Dios te bendiga.
Ginette Acevedo
[1] Israel Leal. (2016). Mi cita diaria con Dios. Venezuela: Editorial Bautista.
[/fusion_text][/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]