La hora de la fe | #59


Luego de siglos de una vida de esclavitud, de privaciones y horrores en Egipto, finalmente el pueblo de Israel estaba libre siguiendo a su líder, Moisés, rumbo a la tierra prometida por Dios. Pero había un largo camino por recorrer, muchas dificultades y muchos enemigos por enfrentar. Poco tiempo después de haber dejado Egipto, se encontraron con la inmensidad del Mar Rojo impidiéndoles confirmar su jornada hacia la libertad plena.

Sin embargo, el miedo y la ansiedad que antes dominaban su corazón, volvieron a apesadumbrarlos. Entonces Moisés dijo al pueblo: “… No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”, Éxodo 14:13-14.

Después del cruce del mar y dejando atrás al ejército de Faraón, que se aproximaba para capturarlos, el pueblo recobró la fe y la esperanza. “Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo”, Éxodo 14:30-31. Hay que destacar que el valor y la fe de Moisés no faltaron. Se enfrentó a la situación sin temor, y le recordó al pueblo que había un poder sobrenatural suficientemente capaz de enfrentarse a aquél peligro.

En nuestro caminar hacia la vida eterna, también habrá largos senderos por recorrer. Como le ocurrió al pueblo de Israel, seguramente tendremos que enfrentar dificultades, pruebas y tentaciones; quejas, murmuraciones y amenazas. Si nos dejamos dominar por el miedo, estaremos dudando de que Dios pueda intervenir a nuestro favor en cualquier circunstancia para cumplir su plan en nuestras vidas y cubrir nuestras necesidades más apremiantes. La Palabra de Dios está colmada de promesas y ejemplos que se dirigen a fortalecer nuestro ánimo y a quitar los temores sobre el hecho de que el Señor nunca nos dejará solos en esta vida.

A veces somos como el pueblo de Israel: no sabemos lo que queremos, no recordamos todo lo que Dios hizo por nosotros, ni estamos satisfechos con lo que tenemos o con cómo somos. Damos vueltas, no progresamos, no seguimos adelante, porque no reconocemos o no recordamos que el Señor nos protege, nunca nos abandona y cubre nuestras necesidades más extremas.

Hay que enfrentar cada situación con la fuerza de la fe. Marchando ¡adelante! Moisés sabía que el camino a la victoria era la confianza en el Señor. Nótese sus tres órdenes en el versículo 13 del capítulo 14 de Éxodo: “No temáis”, porque Dios está de vuestro lado; “estad firmes”, porque no podéis ganar esta batalla por vuestra fuerza; “ved la salvación de Jehová”, porque Él luchará por vosotros. Es importante que nosotros estemos firmes si queremos ver la salvación del Señor en cualquier aspecto de la vida. Como Dios le dijo a Moisés: “… Di a los hijos de Israel que marchen”, también nos dice a nosotros: “no temáis… estad firmes… ved mi salvación”. Si sabemos lo que tenemos que hacer, es tiempo de moverse, no de escape, porque los milagros de Dios no son cosas del pasado, ni para determinados pueblos, ni durante determinado tiempo; Dios siempre está obrando milagros en favor de su pueblo.

“No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”, Isaías 43: 18, 19.

E.D.A.