La hora de la fe | #75


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¡Mucho cuidado con los espejismos! Que nadie se sienta tan seguro como para creerse que es capaz de salir ileso frente a la adversidad de la vida, por sí mismo o por medio de otro. Cristo es la Verdad, el Espíritu Santo guía del creyente y las Escrituras fuente de sabiduría. Sin embargo, esto no significa que nuestras vidas no están expuestas a muchos espejismos o cosas engañosas.

Del apóstol Pablo son estas palabras: “para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error”, Efesios 4:14. Según la versión, Traducción en lenguaje actual lo define así: “Ya no seremos como niños, que ahora piensan una cosa y más tarde piensan otra, y que fácilmente son engañados por las falsas enseñanzas de gente astuta, que recurre a toda clase de trampas”.

Como seguidores Cristo, debemos tomar en cuenta su advertencia: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas”, Mateo 10:16.

La única esperanza de los creyentes en cuestiones de fe, de doctrina, de firmeza y perseverancia es buscar protección en la Palabra de Dios. Los cristianos no debemos tener una actitud opacada, de poco interés, sino una actitud de prudencia y discernimiento (1 Corintios 6: 12, 10: 23; 1 Tesalonicenses 5: 21; 1 Corintios 2: 14, 15). Nadie puede comprender la doctrina de Dios y vislumbrar algunos planes malévolos, si no tiene la mente en las Escrituras, como la tuvo Cristo cuando fue tentado en el desierto (Mateo 4: 1-11).

Los espejismos, por lo regular, son ilusiones ópticas que nos dan imágenes engañosas de cosas que no existen, pero que se nos figuran como reales y cercanas. Un hombre perdido en un desierto, agonizando de sed, podrá ver a sus pies una fuente de agua cristalina. Se lanza sobre ella para saciar su sed, pero ¡qué engaño!, era sólo un espejismo. Lo mismo nos puede suceder a nosotros. Si nos ilusionamos con algo o con alguien, con “otro evangelio” (Gálatas 1: 6-9) predicado y visualizado, podemos desligarnos de la gracia de Cristo (Gálatas 5: 4). Si tratamos de auxiliarnos en otra fuente que no sea Cristo, sólo nos separaremos de Él. Emprender la búsqueda de las cosas religiosas, o físicas, o económicas, o políticas fuera de Cristo, puede convertirse en una desgracia.

En los campos petroleros se ven de vez en cuando pequeños charcos de petróleo que se han derramado de algún pozo. En la superficie se refleja el cielo, como un espejo. Las aves acuáticas, engañadas por las apariencias, descienden sobre ellas en la creencia de que se trata de agua, para descubrir, demasiado tarde, su error. Al hallarse en el oscuro y viscoso líquido, comienzan a aletear tratando de escapar de lo que les ha resultado una trampa; sólo se embadurnan más y más y allí perecen miserablemente.

El atractivo espejismo de muchas cosas de esta vida muchas veces se convierte en nuestra propia destrucción. Muchos “espejismos” de felicidad no son más que miserias y ruina espiritual, como lo narrado en la parábola del hijo pródigo. Hay que tener mucho cuidado con los espejismos del mundo material y hasta del mundo religioso. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”, Mateo 7:21.

Cuando sea atraído por cualquier tipo de espejismo (mentira, engaño, trampa, artimañas, sensaciones), pregúntese: ¿Aprueba Dios esto que voy a hacer? ¿He leído bastante las enseñanzas de la Biblia? ¿Lo que dice…son ideas claras y sustentables espiritualmente? Sabemos que todos los cristianos estamos expuestos a los peligros de las estratagemas de hombres que emplean con astucia las artimañas del error para engañarnos. Solo no podemos vencerlos; el Señor, las Escrituras, la oración, la iglesia local cristocéntrica y los buenos consejeros espirituales, son recursos que Dios nos propicia para salir victorioso.

E.D.A.

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