El valor de las cosas sencillas


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Una canción de un famoso cantautor español se llama las Pequeñas cosas, en la cual menciona cosas muy sencillas, algunas que hacen llorar.

Pequeñas cosas, cosas simples, cosas sencillas. Y al pensar en las cosas sencillas, la imaginación vuela: el florecer de los lirios silvestres, el vuelo de las guacamayas en la ciudad, el encendido de la cruz del Ávila. Si la persona ha salido de Caracas, el recuerdo de la montaña, o si de Maracaibo, el puente, como dice la gaita: “Cuando voy a Maracaibo y empiezo a pasar el puente, siento una emoción tan grande que se me nubla la mente”. Y así, tantas cosas sencillas que llenan la vida: compartir la comida con la familia, acariciar el perro o el gato de la casa, etc.

Para muchas personas es posible que estas cosas sean trivialidades. ¿Cuál es su valor para el cristiano? Los evangelios relatan diferentes facetas de la vida de Jesús, y en muchas de ellas él utilizó cosas sencillas para impartir una enseñanza: la sal, la luz, el pan, los niños, los peces, el agua.

¿Qué podría ser más sencillo que preparar el desayuno a orillas del lago en Galilea, según el relato de Juan 21? ¿Qué podría ser más sencillo que estar junto al pozo en Samaria con el deseo de tomar agua? ¿Y qué enseñanza puede dar algo tan simple, tan sencillo como un pozo, un pozo de agua?

La Biblia encierra un relato muy interesante, tanto por lo dramático como por el significado que encierra un pozo. En Génesis 16 se encuentra la historia de Agar, quien, en estado de gravidez, huye de Sarai, mujer de Abram, debido a su maltrato. El ángel de Jehová la encuentra junto a una fuente de agua, en el camino de Shur, y luego del diálogo, en el cual el ángel del Señor la conmina a regresar donde su ama, Agar dice: “Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? Por lo cual llamó al pozo: Pozo del Viviente-que-me-ve…” (Génesis 16.13-14).

Un simple, sencillo pozo, con un nombre muy significativo: Pozo del Viviente que me ve. Y aquí hay encerrada una gran verdad, de la cual hay que estar conscientes: Dios, el Señor, me ve. Y si Dios ve, se deriva una serie de elementos importantes:

  1. Dios ve todas y cada una de las circunstancias y eventos en la vida.
  2. Dios tiene el control de cada detalle, situación, evento que ocurre y sucede en su creación, el mundo y en sus hijos.
  3. Dios es bueno y al ver la situación de sus hijos, escucha su oración, y provee lo necesario para la vida.
  4. Dios es justo, y al tener el control de todo: espacio, tiempo, historia, etc., su justicia es manifiesta.

Y mucho tiempo después, en otro pozo, en Sicar, Samaria, Jesús, el Viviente, vio la necesidad de otra mujer que fue a sacar agua, y Jesús le dio agua de vida (Juan 4.5-14, 25-26, 39-42).

La invitación es a valorar las cosas simples, las cosas sencillas: el canto de los pájaros al despertar cada mañana, la vista al Ávila, las flores, todos obsequios de Dios, pero, valorar el regalo de amor de Dios: la salvación, que una mujer junto a un pozo encontró, y que hoy está a la disposición de todo aquel que quiera ir junto al pozo de la salvación.

El Señor imparta su bendición a todos y para él sea toda la gloria, la honra y la alabanza.

Máryori V. González

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