La hora de la fe | #95


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El capítulo 12 de Hechos permite hacer un interesante estudio del poder de Dios en favor de Su pueblo. Herodes Agripa I, nieto de Herodes el Grande, era un homicida (vv. 1-4). Pedro fue milagrosamente liberado de la cárcel por un ángel (vv. 5-11). La iglesia de Antioquía hacía sin cesar oración por Pedro (vv. 12-17). Herodes tuvo una muerte horrible, literalmente fue comido por gusanos (vv. 18-23). Finalmente, el poder de Dios resplandecía por medio de la Palabra (vv. 24, 25) ¡Qué capítulo para llevar adelante un gran estudio bíblico!

Para nuestra meditación nos concentramos en lo ocurrido en los versículos 5 al 11, que abarca el milagroso escape de Pedro de la prisión. Encarcelado el apóstol Pedro, el más querido por Jesús, la iglesia no podía hacer otra cosa mejor que orar sin cesar por él: “Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él”, v.5. Y Dios contestó la oración por medio de un ángel del Señor. Pedro salió directo al lugar donde estaban reunidos orando y tocó la puerta. Una muchacha llamada Rode se acercó y al verle, no le abrió, sino que llena de gozo fue hacia adentro a dar la noticia. Ellos no le creyeron y le decían: “Estás loca”. Pero cuando abrieron la puerta y vieron a Pedro “quedaron atónitos”. Oraban pero no esperaban resultados. A nosotros, frecuentemente, nos sucede lo mismo.

La oración de fe, y en concordancia con 1 Juan 5: 14, es aquella que, una vez expuesta, da como un hecho lo que en ella se ha pedido. Debemos esperar los resultados de nuestra oración, siguiendo la exhortación del salmista David: “Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará”, Salmos 37:5. ¡Este procedimiento no debe ser olvidado jamás! El cómo y el cuándo es de Dios; esperar es lo que corresponde. El conocimiento de Su amor por nosotros nos dará deleite, confianza, seguridad y esperanza.

“Pero la iglesia hacia sin cesar oración a Dios por Pedro”. El plan de Herodes era ejecutar a Pedro como lo hizo con Jacobo el hermano de Juan (v.2). Por motivos de seguridad, Herodes asignó a cuatro grupos, de cuatro guardias cada uno, para que lo vigilaran. Pero la iglesia oraba sin cesar. ¡Cuando el maligno, sea como se llame o quien sea, amenaza, los cristianos pueden y deben acercarse a Dios en oración y saber que Él obrará!

¿Cómo podría Pedro tener tanta paz cuando sabía que le quedaba tan sólo un corto tiempo de vida? Es cierto que Pedro sabía que estaba sostenido por el Señor, pero la oración de la Iglesia también obró. Nunca debemos subestimar el poder de una iglesia que ora. Que ora con fervor, con claridad, con conocimiento y valentía. Podrán los “Herodes”, con compañías de soldados listos, arremeter con fuerza, pero: “La oración eficaz del justo puede mucho”, Santiago 5: 16b. Eso no se refiere a la fe de la persona por la cual se ora, sino a la fe de los creyentes que están orando. La oración de la iglesia local o las personales que intervienen en la enfermedad, en la necesidad o en las dificultades de cualquier persona.

El recurso más poderoso de un cristiano y de una iglesia es la comunión con Dios mediante la oración y a través del Señor Jesucristo. La oración es el fenómeno central del creyente y de la iglesia local. ¡Satanás tiembla cuando ve al creyente y a la iglesia orando!

«Alma sin oración
es como un huerto sin agua,
como sin fuego la fragua,
como nave sin timón».

E.D.A.

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