Nuestro culto inteligente


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Romanos 12:1-2

El capítulo 12 de la carta a los creyentes de la ciudad de Roma, delinea para el cristiano un estilo de vida diferente, el cual se inicia con la consagración al Señor cuando declara: “…que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”. No es por la abundancia de ritos y ceremonias, sino por la renovación del entendimiento –la mente–, maravilloso instrumento con el cual Dios dotó al ser humano, y que es el asiento de su inteligencia y lo capacita para la creatividad y para tener control de sus pensamientos, actitudes y conducta en general.

Esa renovación lo lleva a ser mejor persona, mediante el acatamiento de la voluntad de Dios, y le proporciona una mente clara, moldeada por la Palabra de Dios y controlada por su Espíritu Santo, que lo capacita para discernir no sólo entre lo correcto y lo incorrecto, sino también entre lo bueno y lo excelente. Es el reto que el apóstol Pablo coloca ante el cristiano cuando le hace recomendaciones para la vida práctica, una vez que en los capítulos anteriores se ha ocupado de ratificar la base doctrinal fundamental de todo seguidor de Cristo.

Según Matthew Henry, el sacrificio mencionado en este capítulo es: vivo, porque se ofrece en vida del creyente, es santo, por ofrecerse en unión con Cristo, (Hebreos 13:15) “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Él, [Cristo], sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan Su nombre” (Énfasis añadido) y por tanto, agradable a dios. (Juan 4:24) “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.

Ahora bien, esa mente renovada debe ser mantenida en renovación constante y progresiva con diligencia. Nuestro pensar y nuestra meta deben propender a logros cada vez más cercanos al Señor, como lo expresa el mismo apóstol Pablo cuando escribe a los hermanos en Filipos (Filipenses 3:14) “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Es así, como le damos autoridad al Señor sobre nuestro pensamiento y acciones, revelando una vida transformada por el poder del Espíritu Santo que mora en cada creyente. (Filipenses 4:8) “Por lo demás hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. Dice 1 Corintios 2:16b: “…mas nosotros tenemos la mente de Cristo”.

Seguidamente, las recomendaciones del apóstol se relacionan con el sabio ejercicio de los dones y unas adecuadas relaciones interpersonales, teniendo como centro de la acción, el amor, (versículos 9-10) “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal, en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros”.

Recordando la enseñanza del Señor Jesucristo en el Sermón del Monte, (Mateo 5:9), les dice: “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (versículo 18); y culmina su enseñanza con la máxima siguiente: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Énfasis añadido).

César Rodríguez Salazar

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