El miedo a fallar a Dios


Algunos creyentes estamos dispuestos a entregarnos a Dios, cuando digo entregar, es todo, nuestro propio yo, para poner a Dios como lo más importante y fundamental en nuestras vidas. Me pregunto, ¿por qué cuando caemos en pecado (desobedecemos su palabra), en lugar de correr de nuevo a los brazos de Cristo, nos alejamos más? Sabiendo que en Él conocemos el perdón y la restauración.

Pensamos que no tenemos probabilidad de comenzar de nuevo, perdemos la esperanza y nos escondemos. Y si logramos comenzar de nuevo, al ser restaurados gracias a Cristo, nos viene el miedo a fallar a Dios, miedo de que al hacer algo mal Dios se aleje de nosotros o perder su amor, pero es al revés, el pecado en nosotros nos aleja de Dios, prefiere la oscuridad en lugar de la luz.

El amor de Dios es dificil de comprender, es grande, fiel y mantiene brazos abiertos para aquel que regresa a casa. Pero eso no significa que debemos perseverar en el mal porque Dios sea Fiel y Justo para perdonarnos, al confesar nuestros pecados (1 Jn. 1:9), porque al seguir el mismo camino revelaremos un arrepentimiento no sincero y nos estaremos perdiendo las bendiciones de Dios al que le obedece. Veamos al pueblo de Israel al salir de egipto, un pueblo que perdió muchas bendiciones por su desobediencia, y a pesar de ellos, Jehová realizó varios milagros para cuidarlos, los amo, guio, alimento y tuvo paciencia. De modo que, Dios en su amor nos perdona pero el exige que lo tengamos en primer lugar en nuestra vida y está en espera de aquel que regresa arrepentido de su error, su amor nos disciplina y sus mandatos nos protegen.

Así que, ahogarnos en la tristeza o auto sancionarnos no son opciones que Dios nos da, más bien, reconocer que más lo necesitamos y acercarnos a Él, debe ser nuestro pensamiento, diciendo como David: “…Tú eres mi Señor; No hay para mí bien fuera de ti.” Sal. 16:2.

Dios sabe que tenemos pecados que deben ser desechos, y nuestra esperanza en Él debe conducirnos a confiar que terminará la obra en nosotros, su gracia nos restaurará y nos moldeará poco a poco, es nuestro alfarero. Cuando el alma cristiana se siente afligida por el pecado, Dios aún la espera para enseñarla, corregirla, y sanarla. El camino eterno no es el fácil, pero es el mejor.

“Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien..“  Sal. 73:28a

Diana Gámez