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En este tiempo necesitamos porciones bíblicas como esta: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar; Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah”. “Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah”, Salmos 46:1-3, 11.
Esta lectura debe conducirnos al reconocimiento de Dios excelso. Nuestro refugio y fortaleza en los días de caos no es el templo físico (que dicho sea, gracias a Dios por nuestros templos o casas de adoración), sino el Dios de nuestro templo, a quien exaltamos y enaltecemos en la tierra (Salmo 46: 10).
La gran pregunta que el Señor Jesús les hizo a sus discípulos, cuando se dejaron invadir por el miedo durante una tempestad en el mar de Galilea, fue: “¿Por qué tanto temor?” Todo parece indicar que los discípulos confiaban más en la barca que en el Señor, cuando el único capaz de dominar el mar era Él.
¿Por qué tanto miedo en estos días, cuando podemos contar con el Señor? ¿Ha llegado usted a la idea verdadera de que nuestro Dios hace calmar nuestro corazón y mente cuando ruge una tempestad emocional y espiritual? Mientras las sillas de los palacios, de los gobiernos y de todo sistema temporal cambian o se tambalea con sorprendente rapidez, nosotros podemos estar confiados al amparo, fortaleza y pronto auxilio de Dios.
La Biblia nos enseña que Dios es tanto Omnisciente, como Omnipresente, como Omnipotente. Dios todo lo sabe, todo lo ve, todo lo puede (Salmo 149: 1-12). Debido a que es así, usted creyente en Cristo, nunca se podrá apartar de su Espíritu. Nunca estaremos lejos de la presencia consoladora de Dios (véase Romanos 8: 35-39). Está en todas partes. Está con nosotros en cada situación, en cada prueba; nos protege, ama, dirige. Algunas veces no consentimos en que la gente nos llegue a conocer por completo porque tememos que descubran algo nuestro que no les guste. No obstante, Dios ya conoce todo acerca de nosotros.
En la versión ecuménica La Biblia de Jerusalén, traduce el versículo 10 de nuestro salmo así: “Basta ya, sepan que yo soy Dios”. La versión católica Biblia del Peregrino, lo hace de esta manera: “Reconozcan que yo soy Dios, excelso soy sobre la tierra”.
Cristiano, mantenga su pensamiento y confianza en Dios ¿Está pasando por conflictos? ¿Tiene dudas? ¿Padece de trastornos emocionales? Estos versículos son buenas nuevas para todos los que creen en el Señor Jesús como su Salvador y Señor: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado”, Salmos 4:8. “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”, Isaías 26:3.
La enfermedad y la muerte son inevitables. La guerra y la inseguridad son una amenaza. El temor a lo imprevisible siempre está latente. Sin embargo, la paz del Señor y la de las Escrituras es un bien tal que no puede compararse con otro mejor, ni poseer otro más provechoso. El tener paz consigo mismo es algo tan necesario como el pan de cada día. En todas las cosas, por adversas que sean, la paz que nos viene del Señor tranquiliza el alma. ¡No hay crisis en la que Jesucristo no esté presente para auxiliarnos!
E.D.A.
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