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Nuestra segunda reflexión basada en el libro del profeta Habacuc se encuentra en el capítulo 3. En realidad se trata de un sublime cántico-oración. ¡Habacuc fue un hombre cambiado! En vez de quejarse, alababa al Señor. Dios cambia los suspiros en alabanza si nosotros nos damos tiempo para esperar ante Él en oración y oír su Palabra.
Primero, el profeta ORA: “Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia”, Habacuc 3:2. ¡Qué bonito! Aquí la palabra “aviva” no tiene que ver con nuestras campañas de avivamiento modernas. Habacuc simplemente le pidió al Señor que continuara obrando, que siguiera haciendo uso de su misericordia.
Segundo, el profeta MEDITA: “Saliste para socorrer a tu pueblo, Para socorrer a tu ungido. Traspasaste la cabeza de la casa del impío, Descubriendo el cimiento hasta la roca. Horadaste con sus propios dardos las cabezas de sus guerreros, Que como tempestad acometieron para dispersarme, Cuyo regocijo era como para devorar al pobre encubiertamente. Caminaste en el mar con tus caballos, Sobre la mole de las grandes aguas. Oí, y se conmovieron mis entrañas; A la voz temblaron mis labios; Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; Si bien estaré quieto en el día de la angustia, Cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas”, Habacuc 3: 13-16. Habacuc repasa la historia de Israel y las obras maravillosas de Dios y por consiguiente podía confiar en que Él obrará en el presente y en el futuro. Alegres y agradecidos al Señor debemos estar siempre a pesar de las dificultades. Debemos comprender que no todo en este mundo es un camino de rosas; por el contrario, muchas son las tempestades que “conmovieron mis entrañas; estaré quieto en el día de la angustia”, porque sabemos que el Señor juzgará con justicia y rectitud y nos dará el bien y el reposo esperado.
Tercero, Habacuc ALABA: “Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar. Al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas”, Habacuc 3:17-19. Estos versículos representan una de las grandes confesiones de fe que se hallan en la Biblia. Esta es la versión del A.T de Filipenses 4: 11-13: “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Habacuc sabía que no tenía fuerza propia, pero que Dios podía darle la fortaleza que necesitaría para atravesar las dificultades que se avecinaban. Cuánto más debe esto significar para nosotros. Nunca dudemos que “Dios es luz”, 1 Juan 1: 5, que “Dios es amor”, 1 Juan 4: 16, y que “el justo por su fe vivirá”, Habacuc 2: 4.
Dios siempre da a sus hijos una confianza plena en los tiempos difíciles. Dios siempre ejercerá su justicia y terminará completamente con el mal a su debido tiempo. Mientras tanto, los creyentes necesitamos vivir en la fortaleza del Espíritu, confiando en la victoria final sobre el mal. Dios está siempre vivo y tiene el poder para fortalecernos en medio de un mundo confuso.
El creyente que conoce a Dios debe sentirse contento de esperar confiadamente en Él, sabiendo que su gracia o bondad nunca llegan tarde, y que su reloj jamás se atrasa. Subraye las palabras “aunque” y “con todo” es el hermoso lema de los versículos 17 y 18. Aunque el momento no parezca bueno, únase al profeta en su cántico y diga con él: “Con todo, yo me alegraré en Jehová”.
E.D.A.
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