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“¿Hasta cuándo?” “¿Por qué?”, son las exclamaciones de un profeta que se sentía perplejo por lo que estaba pasando con el pueblo de Dios. Sin embargo, es llamado el profeta de la fe. Además, su nombre significa “abrazo”. He aquí Habacuc. Este y el próximo escrito, Habacuc es objeto de meditación para los seguidores de la fe en el Señor Jesucristo.
Ha mirado alguna vez a este mundo con su injusticia y violencia, angustiado e inactivo, impío y vanidoso y se ha preguntado: ¿por qué Dios no hace algo? Este es el problema que enfrentó y resolvió el profeta menor Habacuc. Miraba el mundo de sus días y veía violencia, injusticia, destrucción, rencilla, hambruna y privación. La ley no se cumplía; no se protegía legalmente a los inocentes que sentenciaban como culpables. Abogados y jueces egoístas y crueles manipulaban las cortes. Toda la nación sufría debido a la iniquidad de los gobernantes. Sin embargo, parecía que Dios no hacía algo al respecto contra el Imperio Babilónico que dominaba todo el territorio político, social y religioso.
Pero Dios le dio al profeta una respuesta: “Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis. Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, nación cruel y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas. Formidable es y terrible; de ella misma procede su justicia y su dignidad. Sus caballos serán más ligeros que leopardos, y más feroces que lobos nocturnos, y sus jinetes se multiplicarán; vendrán de lejos sus jinetes, y volarán como águilas que se apresuran a devorar. Toda ella vendrá a la presa; el terror va delante de ella, y recogerá cautivos como arena. Escarnecerá a los reyes, y de los príncipes hará burla; se reirá de toda fortaleza, y levantará terraplén y la tomará. Luego pasará como el huracán, y ofenderá atribuyendo su fuerza a su dios”, Habacuc 1: 5-11.
“Estoy realizando una obra que te asombrará”, dijo Jehová de los ejércitos. Cuán cierto es que Dios obra en nuestro mundo y que no siempre nos damos cuenta de ello (Romanos 8: 28; 2 Corintios 4: 17). La respuesta de Dios le creó un nuevo problema a Habacuc. No entendía como un Dios Santo usaba una nación pagana para castigar a su propio pueblo. Pero Dios sabe lo que hace. El cómo, cuándo y por qué siempre le pertenecen al Señor (Salmo 37: 5). No obstante, Dios y Su pueblo siempre salen victoriosos. La respuesta de Jehová al profeta la encontramos en estos versículos: “Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja. Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará. He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá”, Habacuc 2:1-4.
En lugar de convertirse en un ateo o agnóstico, Habacuc fue a su fortaleza para orar, meditar y esperar en el Señor. Sabía que Dios oiría su queja, comprendería su desesperación, aceptaría su fe y que pronto le enviaría señales de su misericordia. Dios en efecto contestó; pero le dijo: “Todo será a su debido tiempo, de modo que no te impacientes”. Le aseguró cosas maravillosas para animarlo y fortalecerlo durante esos días difíciles, siendo lo más importante lo siguiente: “Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará”, Habacuc 2: 3.
Este es uno de los versículos más importantes de la Biblia; vital para los creyentes en Cristo Jesús. El versículo describe dos clases de personas: las que se enorgullecen debido a que confían en sí mismos, y las que son salvas y humildes debido a que confían en el Señor. Compruébelo en la parábola del fariseo y el publicano (Lucas 18: 9-14). La fe de la que nos habla La Biblia no es algo que nosotros los creyentes construimos y de la cual nos sostenemos, sino que es un don de Cristo que nos viene por el creer en Él y nos sostiene en todas las dificultades (Hebreos 12: 1-4).
Cuando enfrentamos situaciones incomprensibles y desaliento, es muy fácil perder la perspectiva de la confianza global de la fe; pero NO ESTAMOS SOLOS, hay ayuda divina, hay victoria final. El sufrimiento es el campo de adiestramiento espiritual para alcanzar la madurez espiritual y el continuo crecimiento cristiano. Desarrolla nuestra paciencia y esperanza en las promesas divinas. La fe de la cual habló el Señor al profeta Habacuc nos hace ver la tierra bajo Su control; es algo real, completamente cierto y fundamental para nuestra salud física y espiritual. Sabido es que la fe en Cristo consiste en aceptar lo que el entendimiento humano no puede comprender.
Para nosotros en la actualidad Dios no tiene voz audible, ni forma visible, ni señales o visiones extra humanas; su mensaje es invisible e inaudible para la vista y el oído humano, y con Él no hay día ni noche, ni cerca ni lejos; simplemente un corazón lleno de fe y confianza en Su Palabra, en Su presencia y en Su provisión diaria. “Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”. “Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah”, Salmos 46:1, 11.
E.D.A.
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