La hora de la fe | #161


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¿Es altamente beneficioso ser cristiano de corazón? ¿Está el cristiano mejor preparado para enfrentar los grandes problemas de la vida?

En estos tiempos en los cuales nada parece seguro, donde no hay verdades sino opiniones y donde el verbo y las ideas están por encima de los valores cristianos, lo que verdaderamente cuenta es Dios y su Palabra. Mientras que la mayoría de las ideas y el pragmatismo, así como muchas de las cosas que vemos de este mundo, resultan atractivas y deseables para el hombre común, todo es un engaño. Esto dice la Biblia: “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”, 1 Juan 2:16-17.

En verdad, ¡vale la pena ser cristiano de corazón! A diferencia de la mundanalidad, lo pasajero o del placer cercano a la inmoralidad, el disfrute de la vida cristiana es incomparable. Nadie es tan feliz como el que viaja por esta vida con el Señor. El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer vivir para Dios, para la familia, para la iglesia local y para la eternidad. ¡Eso sí que es felicidad verdadera!

La felicidad no se encuentra en las cosas de este mundo. Las riquezas pueden hacer a unos más afortunado que a otros. En la mal llamada suerte, sólo existen momentos placenteros. Sólo la vida cristiana es como la describe el apóstol Pablo: “Sé bien lo que es vivir en la pobreza, y también lo que es tener de todo. He aprendido a vivir en toda clase de circunstancias, ya sea que tenga mucho para comer, o que pase hambre; ya sea que tenga de todo o que no tenga nada. Cristo me da fuerzas para enfrentarme a toda clase de situaciones”, Filipenses 4: 12, 13. (Traducción en lenguaje actual).

Algunos cristianos piensan que la mundanalidad tiene que ver con las personas con quienes nos reunimos, los lugares que frecuentamos, las actividades que disfrutamos. Esto no es totalmente cierto, porque la mundanalidad empieza en el corazón y se caracteriza por estas tres cualidades: 1) afán por la satisfacción de deseos pecaminosos, 2) anhelo y acumulación de cosas temporales, 3) obsesión por el nivel social.

Es una gran bendición aprender a vivir para la gloria de Dios. “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”, Colosenses 3:17. Esto significa dar honor a Cristo en cada aspecto de actividad de nuestro diario vivir. Como cristianos, somos embajadores del reino de Dios en la tierra.

¿Vale la pena ser cristiano de corazón? ¡Sí! Las dificultades por las cuales estamos pasando, cualquier situación económica o física no deberían hacernos perder el gozo del Señor. Nada de lo que nos pase en este tiempo debería desanimarnos ni disminuir nuestra fe cristiana. Debemos entender que detrás de cada situación difícil aparece la providencia de Dios. “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria”, 2 Corintios 4:17. Pablo enfrentó sufrimientos, pruebas, escasez, persecución, acusaciones, pero sabía que un día terminaría y que obtendría el verdadero reposo del Señor. Cuando enfrentamos dificultades, por lo regular nos resulta más fácil enfocarnos en el dolor antes que en Dios. Pero esto es un error. ¡Dios nunca nos desamparará!

“Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían”, Nahúm 1:7

E.D.A.

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