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Los siguientes versículos declaran de manera hermosa el poder de Dios: “Él sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas. Él cuenta el número de las estrellas; A todas ellas llama por sus nombres. Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; Y su entendimiento es infinito”, Salmos 147:3-5.
Quizá no haya nada que nos dé una visión más noble y bondadosa de la grandeza de Dios que contemplar el cielo estrellado. Cuando de noche levantamos nuestra mirada y consideramos a quien ha creado todas estas cosas, cuando recordamos que Él cuenta su número y que las llama a todas ellas por su nombre y que por la grandeza de su poder no cae ninguna, entonces no tenemos otro remedio que adorarlo en espíritu y en verdad.
Pero el salmista ha puesto aquí otro hecho junto a este maravilloso acto de Dios: declara que el mismo Dios que conduce a las estrellas y las llama a todas por su nombre, sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas.
El ser humano es un ser doble: está compuesto de cuerpo y alma, y cada una de estas porciones puede recibir daño. Las heridas del cuerpo pueden ser extremadamente dolorosas y muchas heridas del alma lo son aún más. Pero Dios, en Su misericordia, nos ha prometido socorrernos cuando más lo necesitamos.
Un corazón quebrantado, ¿qué es? Puede ser un matrimonio separado, un hogar dividido, una familia enemistada, incluso un miembro de la familia escarnecido y menospreciado por la sociedad. También un corazón quebrantado puede serlo por el luto. La pérdida de un ser querido puede llegar a ser el dolor más fuerte de la vida. Necesidades apremiantes, la falta de empleo, el amigo o pariente encarcelado, la aspereza de las autoridades civiles, la ingratitud o veleidad de un amigo, etc., pueden llegar a ser verdaderos quebrantos del corazón. Muchos hay que han ido a su sepulcro no azotados por una enfermedad, ni muertos por un arma, sino por un corazón destrozado y un alma atormentada.
¿No hay remedio para los males físicos, mentales y espirituales? ¿No hay médico que pueda dar esperanza al corazón atormentado? ¡Sí! La Palabra de Dios nos dice que Él “Sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas”. ¿Cómo es eso? El Evangelio de Cristo derrama profunda simpatía, misericordia y consuelo para con los afligidos que lloran por causa de las heridas del corazón. La herida y los gemidos del alma tienen remedio; tienen un buen Médico que los atienda. El Señor siempre está sanando y vendando a quienes acudan a Él, va por todo lugar diciendo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”, Mateo 11:28-29.
Jesús libra a las personas de muchas cargas. El descanso que Jesús promete es paz para el cuerpo y el alma. A todo el que acuda a Jesús y se convierte en su amigo, Él lo librará de las cargas insoportables y vendará las heridas de su alma. El Señor tiene que ver con los enfermos y los tristes, con los desafortunados y los heridos, con los desamparados y los maltratados ¡Vaya al que sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas!
E.D.A.
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