¡No te rindas!


Palabras como estas son las que necesitamos a veces escuchar para poder enfrentarnos al mundo día a día, puede que para algunos suene un poco exagerado, pero para otros es como un alivio y respiro.

Hay momentos en los que sentimos que nos falta aire, fuerza de voluntad, siendo difícil “no rendirnos” a la desesperación y a ver todo de manera gris.

Este estado, que muchas veces se repite, si lo pensamos bien, nunca nos trae ninguna paz. Si realmente queremos cambiar esa manera de ver nuestro entorno, tendremos que dejar de mirarlo con nuestros ojos y mirarlo con los ojos de Dios, parece imposible, pero consideremos 2 Corintios 4:18; “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”.

Entender y seguir este consejo es difícil, porque solemos olvidar que Dios sabe nuestra situación y que no está en un lugar lejano. Hay que recordar continuamente que Él siempre está con aquellos que reconocen que le necesitan y le buscan (Salmo 9:9,10) y también con quienes se arrepienten de vivir con afán y desconfiaza en su Palabra.

Ver las cosas como Dios las mira significa ver sobre lo físico y lo presente, para ver lo espiritual y lo futuro. Y en consecuencia, no apegarnos a nada de este mundo, sabiendo que todo es pasajero y tendrá su fin.

Debemos dar gracias al Señor que siempre está presente en nuestras vidas, dándonos la oportunidad de despertar, movernos, ver; nos da alimentos, un techo, personas que nos aman; y nos ha hecho capaces de apreciar sus bondades y milagros sin nosotros merecerlo.

En momentos de desaliento, lo mejor es traer a nuestra memoria y boca versículos de las Escrituras en los cuales Dios nos habla tan claro que es difícil no entender lo que nos pide hacer. Entre esos versículos están: Isaías 41:10; ”No temas porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudare, siempre te sustentare con la diestra de mi justicia”, Salmo 31:24; “Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón”, Salmo 37:7; “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él… ” y 1 Pedro 5:7; “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.

Recordar su cercanía y las misericordias recibidas, nos dará ánimo para no rendirnos y poder enfrentar las pruebas diarias, escuchando su voz, que es nuestra mejor guía. Sea su decir como el salmista: “Mi carne y mi corazón pueden desfallecer, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre.” (Salmo 73:26, LBLA), o “Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás.” (Salmo 32:7).

Diana Gámez