La hora de la fe | #474


[fusion_builder_container hundred_percent=»no» hundred_percent_height=»no» hundred_percent_height_scroll=»no» hundred_percent_height_center_content=»yes» equal_height_columns=»no» menu_anchor=»» hide_on_mobile=»small-visibility,medium-visibility,large-visibility» class=»» id=»» background_color=»» background_image=»» background_position=»center center» background_repeat=»no-repeat» fade=»no» background_parallax=»none» enable_mobile=»no» parallax_speed=»0.3″ video_mp4=»» video_webm=»» video_ogv=»» video_url=»» video_aspect_ratio=»16:9″ video_loop=»yes» video_mute=»yes» video_preview_image=»» border_size=»» border_color=»» border_style=»solid» margin_top=»» margin_bottom=»» padding_top=»» padding_right=»» padding_bottom=»» padding_left=»»][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=»1_6″ spacing=»» center_content=»no» link=»» target=»_self» min_height=»» hide_on_mobile=»small-visibility,medium-visibility,large-visibility» class=»» id=»» background_color=»» background_image=»» background_position=»left top» background_repeat=»no-repeat» hover_type=»none» border_size=»0″ border_color=»» border_style=»solid» border_position=»all» padding=»undefined» dimension_margin=»undefined» animation_type=»» animation_direction=»left» animation_speed=»0.3″ animation_offset=»» last=»no»][/fusion_builder_column][fusion_builder_column type=»2_3″ spacing=»» center_content=»no» link=»» target=»_self» min_height=»» hide_on_mobile=»small-visibility,medium-visibility,large-visibility» class=»» id=»» background_color=»» background_image=»» background_position=»left top» background_repeat=»no-repeat» hover_type=»none» border_size=»0″ border_color=»» border_style=»solid» border_position=»all» padding=»undefined» dimension_margin=»undefined» animation_type=»» animation_direction=»left» animation_speed=»0.3″ animation_offset=»» last=»no»][fusion_text]

Muchas de las circunstancias que nos rodean son muy difíciles. No obstante, y a decir verdad, estamos viviendo en uno de los tiempos más oportunos que nos pudiera tocar. Dios se está moviendo poderosamente en todo el mundo.

Muchos creyentes en Cristo y también iglesias, se sienten impresionados ante la condición moral de su nación. La humanidad parece sumirse más y más en la oscuridad espiritual. La maldad aumenta vertiginosamente. Las perversiones se multiplican. Las enfermedades se extienden por todos los rincones del mundo. La naturaleza en general gime y reclama lo que el hombre le ha quitado. Los gobiernos manifiestan una activa oposición contra las leyes divinas y pocos parecen tener ya temor de Dios.

Los creyentes no debemos sorprendemos por las tinieblas espirituales que nos rodean. Tampoco deberíamos sorprendernos por las plagas o grandes calamidades mundiales, tales como infecciones, terremotos, volcanes, infortunios entre otras desgracias. La Biblia nos advierte acerca de que los asuntos del mundo serán terribles. ¿Alcanzamos a comprender e interpretar la situación mundial actual que Dios nos describe en su Palabra?

Aun cuando los tiempos son oscuros y desesperantes, Dios sigue reinando en el trono del universo. Dios sigue obrando, tocando los corazones y llamando a su pueblo a un avivamiento. A través del profeta Isaías, esto es lo que Dios dice a su pueblo: «Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades; para que digas a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Mostraos. En los caminos serán apacentados, y en todas las alturas tendrán sus pastos», Isaías 49:8,9.

Nunca se ha visto, en medio de las iglesias de Dios, tanta hambre de un avivamiento, como la que estamos percibiendo en la actualidad. Dios nos está invitando a orar y buscar su rostro. La sanidad y la santidad de nuestros países dependen del arrepentimiento y compromiso del pueblo del Señor. Él necesita vidas consagradas, así como de iglesias con una conducta santa y piadosa. Debemos creer sin lugar a dudas, que en estos momentos Dios está en plena acción de llamar a los suyos a que se comprometan más y más con Él. Cuando Su pueblo se presenta ante Él con una Biblia abierta, orando en Su Espíritu y dispuesta a obrar, entonces sucederá lo que encontramos a continuación: «Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra», 2 Crónicas 7:14 ¡Qué cuatro condiciones para llenarnos de las provisiones de Dios: humildad, confesión, arrepentimiento y consagración!

E.D.A.

[/fusion_text][/fusion_builder_column][fusion_builder_column type=»1_6″ spacing=»» center_content=»no» link=»» target=»_self» min_height=»» hide_on_mobile=»small-visibility,medium-visibility,large-visibility» class=»» id=»» background_color=»» background_image=»» background_position=»left top» background_repeat=»no-repeat» hover_type=»none» border_size=»0″ border_color=»» border_style=»solid» border_position=»all» padding=»undefined» dimension_margin=»undefined» animation_type=»» animation_direction=»left» animation_speed=»0.3″ animation_offset=»» last=»no»][/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]