La hora de la fe | #480


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¿Qué significa vivir en alabanza? ¡Dar gracias a Dios en todo! Sentir que la mayor de las felicidades es tener un Dios como Jehová, un Mesías como Cristo, una Biblia como el mejor libro del mundo, una iglesia como la evangélica. Esto es saber vivir en alabanza cristiana.

Qué alabanza la del apóstol Pablo, registrada en la carta a los filipenses: «En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece», Filipenses 4:10-13.

Parece extraño que un hombre preso, enfermo, sin recursos económicos, pudiera decirle a una iglesia que se regocijara. Pero la actitud de Pablo nos enseña una lección importante acerca de la alabanza no cantada, sino disfrutaba desde la perspectiva del contentamiento en Cristo. En verdad, gozo supremo viene cuando Cristo resplandece en nosotros.

No es suficiente escuchar o cantar himnos y cánticos espirituales, ni incluso conocer bien las notas musicales o educar la voz; debemos también vivir en alabanza a través de la acción de gracias, de leer y escuchar la Biblia, de orar sin cesar y de poner en práctica cómo vivir de una manera diferente a la del mundo inmoral.

¿Está contento con la experiencia cristiana? ¿Alaba a Dios porque todo lo puede en Cristo? ¿Dice que nada le debe a Dios? ¿Cuánto daría usted por sus manos, por la vista, por el corazón, por el aire que respira y el sol que lo ilumina y calienta? Si lo piensa en serio, seguro que hoy será más agradecido y contento con Dios que ayer. Pablo sabía vivir en alabanza, así estuviera en abundancia o padeciera necesidad, así estuviera sano o enfermo. El secreto radicaba en el poder de Cristo para fortalecerlo. Estaba alegre porque vio la vida desde la perspectiva de Dios. Se concentró en lo que se suponía que debía hacer, no en lo que sintió que debía hacer. Tenía sus prioridades definidas y estaba felizmente agradecido por cada cosa que Dios le había dado.

¿Podemos en realidad hacer lo mismo que Pablo? ¿No es esta una grandiosa manera de alabar a Dios? La bendición que recibimos en nuestra unión con Cristo es suficiente para hacer alabanza a Dios. En la medida que contendamos por la fe, enfrentamos problemas, pruebas y hasta luto, cuando esto acontezca, ¡alabe al Señor!

Si usted no disfruta de una buena voz, ni sabe cantar como un ruiseñor, imite a las aves que por cada gota de agua que beben, levantan su cabecita al cielo en señal de gratitud y alabanza a su Creador. Permita que su alma y espíritu se vacíen en alabanzas a Cristo nuestro Salvador.

E.D.A.

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