La hora de la fe | #545


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Para nadie es un secreto que el mundo afronta enormes dificultades en la actualidad. El resultado es que los países tienen poco margen de superación, ya que la inseguridad, el robo, la corrupción, el secuestro, la emergencia hospitalaria, la inflación y la guerra, les representan una pesada carga.

La realidad de la situación está obligando a la gente a modificar aspectos económicos, costumbres adquiridas, compromisos sociales, exigencias familiares, cuestiones de seguridad y salud. Si vamos a mejorar es indispensable que en los meses y años venideros surjan cambios, iniciativas, austeridad, deseos de superación, aportes de sacrificio y sobre todo honestidad. Esto es necesario, ¡pero no es lo todo!

Además de lo dicho anteriormente, hace falta el factor espiritual, sosiego en el alma, paz divina. El alma está serena en aquellos que saben abandonarse en Dios. El Señor que nos concedió la vida y la salvación, es digno de que le confiemos la dirección de la misma. Dios está en cada mañana y tarde, día y noche; por lo tanto, podemos vivir confiadamente hoy, teniendo la seguridad de que al salir el sol Él será nuestra guía y fortaleza en el diario vivir; será nuestra esperanza en las pruebas, nuestro consuelo en todo. Y si no vemos el amanecer de mañana, «En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado», Salmo 4:8.

No hemos de pensar solamente en lo terrenal. No hemos de vivir como si solo tuviéramos cuerpo, casa, dinero, carro, trabajo, salud, vestido, pan, etc. Hemos de vivir como seres que tienen almas inmortales que salvar, que tienen que presentarse ante Dios, aguardar la venida del Señor Jesucristo y una eternidad de gloria, si esperamos y confiamos perpetuamente en Dios.

Entonces, ¿cuándo podemos decir que tenemos paz, sosiego, serenidad, calma en el corazón y en el pensamiento durante el transcurso de todos los días? Cuando buscamos a Dios. Cuando el asunto que más nos ocupa no nos impide depender de Dios.

La confianza en Dios traerá liberación de la ansiedad en relación con las necesidades primordiales de la vida: «Los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien», Salmo 34:10. Ciertamente los que buscan y esperan en Dios, tendrán una vida de calidad espiritual, estabilidad emocional, contentamiento y mucha paz interior.

Debemos esforzarnos por ser cristianos verdaderos ante todo. El mayor empeño en nuestra vida debe centrarse en Cristo. La mirada deber estar puesta en los más altos ideales espirituales. Solo así nos irá bien en este mundo. Estamos seguros que cuando le damos la prioridad al Señor, las demás cosas vendrán por añadidura. «Porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová, no quitará el bien a los que andan en integridad», Salmo 84:11.

E.D.A.

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