La hora de la fe | #557


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Muchas veces, al momento de dormir, nos ocurre que debemos esperar más de una hora para conciliar el sueño. Mientras estamos acostados, intentamos encontrar una posición más confortable en la cama; es posible que mil pensamientos pasen por nuestra mente.

En otras ocasiones, puede ocurrir que las preocupaciones del día siguiente nos quiten la posibilidad de descansar tranquilamente. En la oscuridad de nuestra habitación, quizás podamos incluso escuchar el tic tac del reloj de la sala. Podíamos recordar, entonces, el Salmo 90:12 y pedirle al Señor que nos ayude a emplear nuestros días en actividades que produzcan resultados agradables a Dios.

Esto dice Salmo 90:12 y Efesios 5:16, respectivamente: «Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría .» «… aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos».

Percatarnos de que la vida es corta e incierta, nos ayuda a utilizar el tiempo que tenemos de una manera correcta. Nos ayuda a centrarnos en usar la vida para una felicidad eterna con el Señor, con los ángeles, con los héroes de la fe y todos aquellos que vivieron para la gloria de nuestro Señor.

Debido a la abundancia de la maldad, la Biblia nos comunica la urgente necesidad de mantener las altas normas de una buena conducta, actuar con sabiduría y aprovechar todas las oportunidades para hacer el bien delante de los ojos de Dios. A la mayoría de la gente le gusta sentir que tiene el control de su vida, le gusta el protagonismo y el elogio. Sin embargo, quien desea vivir en obediencia a Dios, debe cooperar con el plan de vida que Él nos ha trazado.

Es cierto que a veces nos gustaría retroceder las hojas del calendario o detener el reloj o, de algún modo, obligar a nuestro corazón y mente a marchar más despacio. Pero Dios es soberano y toda resistencia o determinación humana está en Sus manos. Dice el salmista: «En tu mano están mis tiempos», Salmo 31:15ª. Dios exige una vida de rectitud de corazón, en confesión, oración y compromiso con Su causa.

El tiempo es precioso. La vida es corta. Nosotros somos frágiles. La eternidad es cierta como el tiempo que marcha siempre adelante. Dios, ciertamente, desea que nuestras horas sumen esfuerzos y acciones en pro de su Reino. Entonces, ¿qué podemos hacer hoy? ¡Podemos hacer mucho bien! Podemos: «Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará», Salmo 37:5. Debemos: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas», Mateo 6:33.

E.D.A.

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