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Con este «La Hora de la Fe», damos por terminado los devocionales expuestos durante dos largos años. El propósito principal de estas reflexiones fue entregar un medio de ayuda espiritual a las familias de hoy, diariamente expuestas a desafíos y conflictos de toda naturaleza humana. Un tiempo de crisis que requería atención virtual, tanto para el ámbito familiar, como personal y eclesial.
Creemos que un buen versículo para finalizar estas meditaciones lo encontramos en el salmo 23: 2, que dice: «(Jehová) En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará».
Como vemos, Dios es siempre sensible a nuestras necesidades. Él nunca nos deja solos, pues nos hace descansar y nos lleva a una paz interior con el propósito de satisfacer los deseos y las necesidades más inmediatas de la vida.
Si se lo permitimos, Dios nos toma para guiarnos a un estado de ánimo sosegado. Sin embargo, no somos nosotros quienes fabricamos los lugares delicados, el pasto para el alma, las aguas espirituales de reposo. Llegamos a esas cosas únicamente cuando las buscamos y las seguimos en obediencia. Cuando nos rebelamos contra la dirección del Señor, en realidad estamos rechazando lo que es más conveniente para nosotros. Debemos recordar esto cada vez que nos veamos tentados a seguir nuestro camino y no el camino del Buen Pastor.
Cierta vez, un cristiano afirmó: «¿Qué me hará descansar para que olvide mi ansiedad? Ponerme en los brazos y la disciplina del Pastor».
Allá en lo más profundo de nuestra alma, debe haber un lugar muy especial para el Señor. Fuimos creados por Él y, sin su amor y su compañía, el dolor y el vacío serían casi insoportables. David declaró a Dios: «Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová», Salmo 27:8.
El Señor nos invita a buscarlo. David retribuyó el deseo del Señor por su cuidado y compañía con estas palabras: «Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?», Salmo 42:1,2. Así como la vida de un ciervo depende del agua, del pasto verde y de lugares frescos, nuestra vida depende de «Jehová es mi pastor, nada me faltará», Salmo 23:1. Los que le buscan y anhelan conocerlo como el Buen Pastor encontrarán la vida verdadera. Al sentirse pastoreado por Él habrá descanso para el alma, aquí y en la eternidad (Mateo 11:28-30).
E.D.A.
P.D. Gracias a quienes transcribieron, revisaron, e hicieron posible la distribución de estos devocionales: Pilar de Dámaso, Gustavo Chacín y Jonathán Dámaso G.
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