La Espada de Damocles


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Si bien es cierto que en estos momentos nos ocupa y preocupa los estragos del Coronavirus ‎‎(COVID-19), no es menos cierto que desde que nos levantamos estamos expuestos a enfrentar una u otra situación que nos pone en peligro, nos trastorna los planes y hasta nos cambia la vida. Si nos tocara en pocas palabras definir esta situación, el título de la leyenda La espada de Damocles definida por el diccionario de la Real Academia Española como amenaza persistente de un peligro, es perfecta.

Los que creemos en Dios sabemos que estando en él todas las cosas que nos ocurran nos ayudan a bien (Ro. 8:28) y eso significa todo. Estar sin trabajo, con poco o ningún alimento, enfermo, de duelo, con miedo, temor u otras adversidades. A priori es incompresible entender ante la fatalidad que Dios, quien nos ama tanto, que envió a su Hijo unigénito a morir en la cruz por cada uno de nosotros para darnos vida eterna y que prometió que “…estaría con nosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20), permita que todas estas cosas lleguen a nuestra vida.

Antes de hacerse estos planteamientos, juzgar la voluntad permisiva de Dios y sentirse mal por dejarse llevar por las circunstancias, le aconsejo reflexionar en lo siguiente:

  • Medite cuánta responsabilidad tiene usted en lo que le está pasando. El Señor nos ha dado sabiduría, inteligencia y libre albedrío, así que si reflexionamos, muchas de las cosas que nos pasan son consecuencias de nuestros actos. (Gálatas 6:7)
  • Aunque no siempre es así, y usted me podría decir que una enfermedad o ante una situación en particular usted no es responsable y esto es muy cierto, cabe la siguiente pregunta ¿usted ha considerado que vivimos en este mundo y que es factible que estas cosas ocurran?.  El Señor dijo que tendríamos aflicciones en este mundo, pero que debíamos confiar en él ya que él había ganado esa batalla por usted. (Juan 16:33)
  • Siendo así, nunca olvide que Dios le ama inmensamente. Tanto que envió a su Hijo unigénito a morir por usted y por mí. Que él es todopoderoso y que podría cambiar su vida si él así lo determina, pero que aunque usted sea responsable o no él tiene un plan para su vida (Jeremías 33:3). Pidámosle con fe que nuestro camino se inserte en el suyo y podamos caminar juntos con la confianza que su voluntad es agradable y perfecta. (Romanos 12:2b)
  • Debemos aprender a esperar con paciencia mientras Dios trabaja en nuestra vida. Ore para entender qué quiere él hacer con usted. Esté atento a todas las circunstancias, si siente en su corazón que debe hablar de Dios, hágalo, no escatime predicar ya que si el Señor permitió que usted esté allí lo usará para su gloria. Preguntarle a Dios ¿Señor que quieres que aprenda? (Mateo 6:33).
  • Mientras esté la tormenta, la cuarentena, las crisis y/o los problemas usted debe decidir si se paraliza ante el pánico, se deprime, se amarga o aprovecha el tiempo y convierte esta situación en una oportunidad. Aproveche esta cuarentena para reforzar lazos, limar asperezas, hacer cosas pendientes, pero sobre todo busque la comunión con Dios y comparta y demuestre el amor de Dios en su vida. (Mateo 6:33)
  • Cuando todo esto acabe sin importar el resultado dé gracias a Dios por su protección, cuidado y amor. Permita que este tipo de experiencia le haga crecer como cristiano, persona y ciudadano. El rey David, a edad avanzada, luego de una vida de aciertos y desaciertos exclamó “Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos”. (Salmo 18:1-3)

Roraima Castillo

 

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