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No es a la persona elocuente, filosófica, con títulos académicos o religiosos, o muy dotada en dones y talentos a la que Dios bendice especialmente, sino a aquella que es fiel.
La palabra fiel se usa muchas veces en el Nuevo Testamento, aplicándola a personas que viven y aman al Señor. Pero, ¿qué significa? La fidelidad cristiana es algo más que recitar en voz alta una serie de versículos de la Biblia o declarar que somos salvos por Jesús. Las palabras y expresiones religiosas salen fácilmente. La fidelidad al Señor es probada en el curso del diario vivir. Al escudriñar las Escrituras descubrimos varias señales del cristiano fiel:
1. Fidelidad a la iglesia local es una de las señales que encontramos en la Biblia. Se advierte en Hebreos 10: 24, 25: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. La iglesia es la familia de Dios y somos parte de ella. Por gratitud y obediencia a Cristo, debemos ser leales a nuestra iglesia. Esto no significa que cada creyente tenga que estar en el templo cada vez que se abran las puertas. El asistir fielmente significa que no dejamos o abandonamos nuestros deberes y privilegios como miembros de la iglesia.
2. Fidelidad con nuestro tiempo es otra señal del creyente fiel. En Efesios 5: 16 se nos aconseja sobre aprovechar bien el tiempo: “aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”. El tiempo es un don que recibimos de Dios. Dado que no podemos dar por supuesto el mañana, debemos enfocarnos en el presente. La vida corre muy rápidamente y sin embargo la medimos en años, aniversarios, celebraciones, vacaciones, etc. Cada día, cada momento es importante. “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría”, nos dice el Salmo 90: 12.
3. Fidelidad en las cosas pequeñas es también una evidencia de compromiso con el Señor. Lucas 16: 10 señala: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto”. Como reaccionamos en las crisis, revela nuestro carácter. Cuando prometemos orar por alguien, ¿lo llevamos a cabo? ¿Cumplimos con nuestras promesas públicas? ¿Realizamos aquellas pequeñas tareas que pasan desapercibidas, aun cuando nadie, excepto Dios, lo ve? Nuestra fidelidad en las cosas pequeñas revela nuestra vida espiritual. Dios, por lo regular, nos prueba primeramente con las cosas pequeñas para ver si somos confiables. ¡Sea siempre fiel en cada responsabilidad cristiana!
4. La más esencial, ¡fidelidad al Señor! “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”, Apocalipsis 2:10. El mundo otorga trofeos, aplausos, medallas, dinero, besos. También ramos de flores, guirnaldas y agasajos. El creyente fiel recibe la vida eterna con recompensa: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”, Apocalipsis 22:12. El enemigo puede matar el cuerpo, pero el alma del creyente fiel nunca perderá las bendiciones celestiales.
Aquellos que aman al Señor serán fieles con su iglesia, con el tiempo, con los compromisos, con el servicio al Señor. En la parábola de las minas (Lucas 19: 11-27), el siervo que invirtió sus diez minas llegó a tener autoridad sobre diez ciudades. El siervo infiel, perdió todo lo que tenía ¡Seamos siempre fieles al Señor en todo lo que tenemos y somos, como ciudadanos de dos reinos, el temporal y físico, el eterno y espiritual!
E.D.A.
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