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Uno de los grandes ministerios de Dios es la misericordia al desdichado. Es tanto intensamente personal como inmensamente práctico; porque cuando nos tratan injustamente, la misericordia de Dios alivia nuestra amargura; cuando nos afligimos por una pérdida familiar, la misericordia de Dios alivia el dolor, la tristeza, la soledad.
En el corazón del libro de Lamentaciones, hallamos una de las más grandes confesiones de fe y esperanza que se encuentran en toda la Biblia. Jeremías se explayó en sus aflicciones y en el sufrimiento de su pueblo, pero entonces alzó sus ojos al cielo y dijo: «Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en Él esperaré», Lamentaciones 3:22-24.
«¡Grande es tu fidelidad!» La misericordia tanto como la fidelidad de Dios es un tremendo estímulo cuando los corazones y las mentes desfallecen por causa del temor, del dolor, del luto y de tantas otras cosas dramáticas. ¡Cuán misericordioso es Dios con nosotros hoy! En tiempos como los actuales necesitamos imitar al profeta Jeremías, el cual dejó de mirarse a sí mismo y a otros para mirar al Señor, esperando en Él con paciencia y esperanza. Después de haber dicho lo que leímos arriba, dijo además: «Bueno es Jehová a los que en Él esperan, al alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová… Porque el Señor no desecha para siempre; antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres», Lamentaciones 25,26, 31-33.
Para el creyente en Cristo nada está perdido, porque nunca cesan sus misericordias. Por experiencia personal, Jeremías conocía la fidelidad tanto como la misericordia de Dios. Aunque los atributos de Dios todos son iguales y de gran importancia, los que más resplandecen a nuestro alrededor son su misericordia y fidelidad. «Clama a mí, y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tu no conoces», Jeremías 33:3. «Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque Yo soy Dios, y no hay más», Isaías 45:22.
¿Se halla usted en la necesidad de la salvadora misericordia de Dios? No se desespere, Dios está cercano y no solamente puede sino que quiere librarle de toda su angustia. Sin embargo, usted debe buscarle, llamarle y pedirle sus misericordias, ¡y las hallará!
E.D.A.
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